lunes, 24 de septiembre de 2012

Céfalos y Procris, amor

Céfalos, un hermoso y apuesto joven que adoraba la caza, fue secuestrado por la diosa Eos, diosa de la aurora, por que ella se quedó prendada de él.
Pero Céfalos ya estaba enamorado de su esposa, una joven llamada Procris, una bella y encantadora muchacha favorita de la diosa Diana. 
La diosa Eos, al final, cansada e irritada por no poder conseguir el amor de Céfalos lo liberó mientras le decía "Vete, mortal desagradecido, y cuida muy bien de tu esposa, pues si no me equivoco, algún día lamentarás haber vuelto con ella".
Céfalos volvió con Procris y siguieron sus vida felices. Hasta que un día, la diosa Eos, empujada por los celos y el odio, mando a un feroz y hambriento lobo a la zona.  Los habitantes del pueblo le pidieron a Céfalos su perro, llamado Lelaps, para que derribara a la bestia. Cuando lo soltaron el perro fue en busca del lobo y los cazadores les siguieron para observar la lucha, al perderles de vista nadie supo donde estaban. Pero Céfalos iba todas las mañanas en busca de su perro con el jabalí.
Un día cansado y agotado de la búsqueda, se tendió en la hierba para tomar un respiro. Al notar el fresco del aire dijo "Ven, dulce brisa, ven y apaga este calor que me quema", lo que él no sabía es que por ahí pasaba un campesino que al escuchar eso fue en busca de Procris a decirle que su amado la engañaba.
La esposa al escuchar eso fue en su busca para comprobarlo por sí misma. 
Al día siguiente, cuando Céfalos fue a continuar su búsqueda, su esposa lo siguió. Cuando Céfalos fue a su lugar de descanso  Procris se mantuvo escondida esperando ver a la presunta amante de su marido. Entonces Céfalos volvió a decir como el día anterior, "Ven, a mí dulce brisa, toma mi pecho y libérame de este calor".
Al oírlo, la jocen empezó a llorar. Céfalos, que confundió los sollozos con un animal, disparó su jabalina. Pero tarde se dió cuenta de que el grito que se oyó no era de un animal, sino de su esposa.
Corrió hacia donde escuchó el grito y allí encontró a la joven ensangrentada y herida de muerte. Antes de emitir su último aliento, le dijo "Si alguna vez me has amado, por favor, jamás te cases con la brisa". A lo que Céfalo entendió lo que había ocurrido y roto por el dolo, abrazó a su mujer muerta.


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